HERMANOS DE NIÑOS CON DISCAPACIDAD
El nacimiento de un niño discapacitado tiene
repercusión en los demás miembros de la familia, especialmente en los hermanos.
Las consecuencias no tienen por qué ser negativas; al contrario, hay a veces
consecuencias muy positivas para todos los familiares.
La realidad es compleja y solo voy a apuntar unas
pinceladas sobre los posibles efectos positivos y negativos.
Es tarea de los padres que ese hijo sea aceptado por
sus hermanos, tal como es, sin ocultar la realidad. Es la única vía posible
para conseguir la integración en el núcleo familiar. Es importante que los
padres conozcan a sus hijos, actúen con sentido común y, en lo posible,
procuren formarse, para decidir la pauta sobre cuándo, cómo y qué deben
decirles sobre el problema de su hermano. A la vez es deseable que, a partir de
ese conocimiento, los hermanos colaboren y participen de forma espontánea en el
cuidado y formación del hermano con discapacidad.
Ciertamente, la aparición del problema puede ocasionar
desajustes en la familia, pero deben ser pasajeros y pueden superarse con
tiempo, serenidad y trabajo en equipo, aportando cada uno lo que pueda, según su
edad y capacidad. La confianza y el optimismo son actitudes fundamentales a la
hora de aceptar la realidad.
El hijo con discapacidad requiere cuidados en el
hogar, a veces en el hospital, en la escuela…Esto puede dar lugar a que los
padres tengan que dedicarle más tiempo, en detrimento de la atención a los
otros hermanos, generando en ellos, a veces, angustia, rabia o celos.
Los hermanos van a tener preocupaciones en diversos
ámbitos: por el hermano con discapacidad, por los padres, por ellos mismos, por
cómo van a reaccionar los amigos y el resto de la comunidad, especialmente la
escuela y por cómo les influirá cuando sean adultos tener un hermano
discapacitado.
Pero también observamos efectos positivos: alegría y
satisfacción al conocer los pequeños avances de su hermano; aprender a ayudarle
y sobrellevar esa situación; aprender a aceptar y querer, a ser más tolerantes
con las diferencias de otras personas, que tienen otras necesidades y aptitudes
diferentes; a actuar con empatía y altruismo, etc.
Con frecuencia comprobamos que la existencia de un
niño con discapacidad en la familia contribuye de forma positiva a configurar
en sus hermanos una personalidad más fuerte y una mayor capacidad de
resiliencia ante las dificultades con las que se puedan enfrentar en su vida.
Les dejo dos direcciones donde pueden encontrar más
información: www.faros.hsjdbbcn.org
y www.fundacionsaludinfantil.org
Es importante contar con el apoyo de los equipos
sociosanitarios y de educación, así como de las asociaciones específicas.
Un mensaje final: ¡Todos somos únicos, todos somos
diferentes!
José García Velázquez.
Pediatra
Asociación Andrés Laguna para la Promoción de las Ciencias de la Salud