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viernes, 19 de julio de 2019

“COMIDA BASURA”, “GUARRERÍAS”, ¿DE VERDAD QUE COMEMOS TAN MAL?




LA IMPORTANCIA DE EXPRESIONES COLOQUIALES EN EL ÁMBITO DE LA EDUCACIÓN ALIMENTARIA

Un artículo científico publicado en la Revista Española de Comunicación en Salud (RECS), titulado “El lenguaje y la educación alimentaria. Resultados de un cuestionario poblacional” realizado por el Grupo de Investigación en Alimentación de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), sostiene que expresiones como “comida basura” y “guarrerías” son ampliamente conocidas por la población y relacionadas con hábitos de consumo no saludable, por lo que su uso resulta útil en campañas de educación sanitaria.


F. Javier Tejedor Martín
Universidad Internacional de la Rioja. Facultad de Educación.

En los años 70 se popularizó en EE.UU. el término junk food”, para designar un tipo de dietas poco saludables relacionadas con enfermedades coronarias. En España este término se tradujo por “comida basura”, y su llegada al gran público no se produjo hasta finales de los años 80, casi siempre identificándola con las dietas de comida rápida de origen americano.
Por otro lado las comidas cortas entre horas o “snacking”, pueden ser un factor de equilibrio de la energía ingerida y su ajuste a los requerimientos momentáneos, pero de forma habitual se relaciona con un aumento de la ingesta calórica con resultado de sobrepeso u obesidad, considerándose un componente esencial de la actual “epidemia de obesidad”. Sin embargo, existe falta de consenso en estas definiciones lo que complica y limita el desarrollo de recomendaciones para los consumidores basadas en evidencias científicas.
En este sentido se ha observado un aumento de este comportamiento en consonancia con el aumento de los datos epidemiológicos de obesidad infantil; Igualmente, los adultos consumen cada vez más energía fuera del desayuno, la comida, y la cena, siendo el “snacking” una práctica extendida, que se ha incrementado en los últimos años.
Con el fin de valorar el conocimiento y el uso de los términos en materia de alimentación como “comida basura”, “guarrerías” y “snacking”, se ha diseñado un estudio que pretende ampliar el conocimiento sobre la influencia del lenguaje en la educación alimentaria, a través de un cuestionario que indaga las ideas y las acepciones asociadas a dichas expresiones a efectos de evaluar su uso en programas de educación sanitaria.

En las siguientes gráficas se expresa el resultado de las respuestas a cada una de las preguntas, indicando el porcentaje de los que se muestran “de acuerdo” o “muy de acuerdo” (suma de respuestas 4+5).
Se observa un amplio conocimiento del término «comida basura» por la población española, relacionada en el 91.5% de los encuestados con «alimentos poco saludables». Otros términos similares usados, como «comida rápida» o «fast food», lo relacionan con el de «comida basura» un 86% de los encuestados, lo que indica que de forma general existe una conciencia de que este tipo de dietas son poco saludables.

Gráfica 1



Las bebidas azucaradas (refrescos) son el principal alimento incluido por los encuestados en el término «comida basura», ello indica un alto grado de concienciación de la cualidad de este tipo de alimentos como «no saludables». Le siguen los «perritos calientes», alimento típico de «comida rápida», con una considerable cantidad de grasa saturada; La hamburguesa estaría en el tercer lugar, si bien con diversidad de opiniones, debido a sus diferentes variedades y formas culinarias; Las patatas fritas, un complemento típico de los menús tipo «fast food» se encuentran en cuarto lugar, posiblemente por su alto contenido graso y energético, posibilidad de contener ácidos grasos «trans» y elevado porcentaje de sal. Por último, los encuestados consideran también a la pizza entre los alimentos incluidos en el término de «comida basura», puede ser debido a su relación con restaurantes de comida rápida, (al igual que la hamburguesa) y que su alta proporción de queso y cereales muy procesados la convierten en un alimento con alto contenido energético sin desdeñar una elevada proporción de sodio.


Gráfica 2


En general todos los alimentos señalados por los encuestados dentro del término «comida basura» son alimentos con alta concentración energética, bien por tener alta proporción grasa, o de azúcares (como los refrescos), con muy baja (o nula) cantidad de fibra, y escasa (algunos incluso nula) proporción de algunas vitaminas.
A la pregunta «¿Por qué cree que se denomina «basura» a un tipo de comida?», su respuesta principal ha sido «porque favorece la obesidad», comprobando una amplia concienciación con este problema entre el colectivo encuestado. Le sigue la referencia a sus efectos sobre el sistema cardiocirculatorio.

Gráfica 3


En cuanto a la segunda expresión propuesta, el término «guarrerías» es conocido por el 96.3% de los encuestados, porcentaje que consideramos suficientemente amplio, y que, aunque bastante menos utilizado en la literatura o en campañas publicitarias, puede ser comparable al conocimiento de la expresión «comida basura». Se le relaciona con alimentos dulces como «chucherías», «golosinas» o «bollería»; Un segundo grupo de alimentos se incluiría en esta acepción, con algo menos de consenso, serían productos salados como las patatas chips o los snacks salados. En una posición intermedia estarían las palomitas, y ya con mucho menos acuerdo, los embutidos grasos. Sorprende la buena percepción que se tiene de las "barritas energéticas", alimentos con alta cantidad de azúcares simples, pero que exitosamente se publicitan como "cereales". Se observa una peor percepción de los aperitivos dulces respecto de los salados, cierto que hay que luchar contra un exceso de azúcares simples en la dieta, pero el exceso de sodio también es un problema importante.

Gráfica 4


El término «guarrerías» es relacionado con «alimentación no saludable» por el 89.7% de los encuestados, por lo que al igual que la anterior expresión de «comida basura», consideramos que puede ser utilizado de manera exitosa en campañas de concienciación, para delimitar estos alimentos que se toman fuera de una comida formal, pero que contribuyen a elevar la cantidad de energía total ingerida, azúcares simples, sal o grasas de baja calidad sanitaria.

Gráfica 5


En cuanto al anglicismo «snacking» sólo es conocido por un 52.87% de los encuestados, y lo relacionan con «picoteo entre horas» y con el «consumo habitual de snacks». El 55.9% asimilan el término con el de «guarrerías» y sólo el 46.4% con el de «alimentación no saludable»; El término «snacking» es ampliamente usado en la literatura científica, tanto en inglés como en castellano, identificándolo con ingesta fuera de las comidas formales, o con una comida con una duración menor de 15 minutos, y se suele relacionar con incrementos del IMC, y con desplazamiento de la dieta mediterránea.
Gráfica 6


Por tanto, podemos concluir que se observa una amplia relación entre las expresiones «comida basura» y «guarrerías», con el hecho de ser unos hábitos negativos para la salud. Es por ello factible el uso de estas expresiones en campañas de salud pública y en el ámbito de la educación alimentaria a nivel escolar, como representativas de hábitos poco saludables de ciertos menús (la primera) o fuera del contexto de una comida formal (la segunda), incidiendo claramente en los alimentos que incluimos dentro de dichas expresiones y que se recomiendan consumir de forma esporádica.

BIBLIOGRAFÍA
1- Bach-Fary, A. y Serra-Majem, Ll. “Dieta mediterránea en el siglo XXI. Posibilidades y oportunidades”. En Libro Blanco de la Nutrición en España. F.E.N. 2013 (pp 221-229).
2- Bellisle, F. (2014). Meals and snacking, diet quality and energy balance. Phisiology and Behavoir. 134. 38-43.
3- Bes-Rastrollo, M., Sánchez-Villegas, A., Basterra-Gortari F.J., Núñez-Córdoba J.M., Toledo E. y Serrano-Martinez, M. (2010). Prospective study of self-reported usual snacking and weight gain in a Mediterranean cohort: the SUN project. Clin Nutr.; 29: 323-30.
4- Bo, S. et al. (2014). Impact of Snacking Pattern on Overweight and Obesity Risk in a Cohort of 11 to 13 Year-Old Adolescents. Journal of Pediatric Gastroenterology and Nutrition. 59 (4), 465-471.
5- Gargallo – Fernández, M. et al. (2011) “Recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para la prevención y tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos. (Consenso FESNAD-SEEDO). Revista Española de Obesidad, 9, sup 1.
6- Hair, J.F., Anderson R.E.,Tatham R.L. y Black W.C. (2007). Análisis multivariante. 5ª Ed. Pearson Educación S.A. Madrid.
7- Johnson, G.H. y Anderson, G.H. (2010). Snacking definitions: impact on interpretation of the literature and dietary recommendations. Crit Rev Food Sci Nutr. 50(9):848-71.
8- Larson, N.I. et al. (2016). Adolescent Snacking Behaviors Are Associated with Dietary Intake and Weight Status. The Journal of Nutrition. 146 (7). 1348-1355.
9- Westal, D. (2013) “La Generación de la comida basura: Americanisms in a Corpus of Spanish Obesity News”. Procedia - Social and Behavioral Sciences 95: 298–307.

viernes, 12 de julio de 2019

Un banco de alimentos autogestionado para la lucha contra la pobreza infantil





Un banco de alimentos autogestionado para la lucha contra la pobreza infantil
Una investigación realizada en la ciudad de Madrid muestra la realidad que enfrentan un grupo de madres y padres con hijos e hijas menores de edad, quienes, en un contexto de pobreza creciente durante la crisis económica, participan de un banco de alimentos autogestionado. El trabajo se publica en la revista científica Health and Social Care in the Community.

Laura Otero García
Universidad Autónoma de Madrid
CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP-ISCiii)


Un trabajo reciente, publicado en la revista Health and Social Care in the Community, describe el ambiente de pobreza severa en el que viven madres y padres con menores de edad a cargo en el Distrito de Tetuán, Madrid, y quienes se ven en la necesidad de autogestionar un banco de alimentos.
Estos resultados han sido presentados por un equipo de cuatro investigadoras y un investigador pertenecientes, entre otras instituciones, a la Escuela Nacional de Sanidad (ISCIII), el Hospital U. Nuestra Señora del Prado (Talavera de la Reina), el CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP-ISCIII) y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). 
La investigación muestra los intentos y dificultades de las madres y padres para contrarrestar las carencias materiales y las consecuencias psicosociales y sobre la salud de sus hijos e hijas fruto de la situación de pobreza en la que se vieron sumidos (o que fue agravada por) la crisis económica y los recortes sociales. Como forma de enfrentar en parte esas carencias, este grupo de familias comparten el hecho de intentar dar respuesta desde los movimientos sociales de autogestión. 
Como parte del trabajo de campo se llevan a cabo observación participante y se desarrollan 15 entrevistas en profundidad a madres y padres que participaban del banco de alimentos. Así se logra contribuir a la investigación sobre la caracterización de hogares con niños menores de 18 años que viven en un contexto de inseguridad alimentaria.
El trabajo destaca los aspectos sociales e institucionales que influyen e interactúan con los intentos de madres y padres de proteger a sus hijos de las consecuencias de la inseguridad alimentaria y la pobreza. Del mismo modo, subraya cómo, en ausencia de suficientes recursos públicos, las personas intentan encontrar apoyo en recursos comunitarios.
Estas iniciativas pueden ayudar a madres y padres a satisfacer positivamente las necesidades materiales de su familia, así como reducir su propia angustia psicosocial, y por tanto potencialmente mejorar los cuidados de sus hijos e hijas.
“Sin embargo — se concluye— los grupos de apoyo comunitario no deben ser vistos como un reemplazo de los servicios públicos, ya que el soporte que ofrecen es siempre parcial. Las políticas públicas en España deben ser revisadas y reforzadas para permitir una protección efectiva de la infancia y, por extensión, de las familias que viven bajo una gran privación”.



Banco de alimentos autogestionado
En el trabajo, los padres y madres constatan las consecuencias negativas en la salud de sus hijos derivadas de una mala alimentación. Los autores destacan el fuerte impacto percibido en la salud mental de los menores.
“La falta de alimentos o la preocupación por su falta, la exclusión de espacios de socialización o de aprendizaje, las situaciones graves como un desahucio, la separación de algún familiar, o la percepción de problemas en el hogar, entre otras, son causas inmediatas de esa mala salud mental”, se describe.
Además, las excesivas dificultades cotidianas llevan a un agotamiento excesivo y una propia mala salud mental de padres y madres, creando un ambiente en el que cuidar se hace más complicado. En este contexto, el estudio muestra qué recursos materiales, educativos y relacionales son considerados significativos, y qué estrategias ponen en marcha padres y madres para amortiguar las consecuencias negativas para la salud de sus hijos.
Una parte importante de las estrategias que utilizan padres y madres para asegurar el cuidado y la salud de sus hijos e hijas tiene que ver con intentar mantenerse como figuras de protección y cuidado frente a sus menores. En este sentido, el banco de alimentos autogestionado no sólo permite la provisión de alimentos, sino que, sobre todo, se percibe como un espacio de gratificación personal y de renovación de la sensación de valía propia.
El estudio analiza también cómo las posibilidades reales de cuidado de las que disponen los padres y madres se ven limitadas por un contexto de falta de recursos públicos para hacer frente a su realidad de pobreza, así como por las exclusiones que se producen a través de mecanismos legales (descritos como acceso diferencial a derechos en función de la situación legal) o burocráticos (explicados como un laberinto de papeles y requisitos para conseguir una ayuda social, por lo general mínima, de corta duración y que llega demasiado tarde). 

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Referencia bibliográfica:
Zamora-Sarabia AL, Guterman RH; Sanz-Barbero B; Rico Gómez A & Otero García L. “Child health and the possibilities for childcare in a context of poverty and food insecurity: The narratives of parents attending a self-managed foodbank in Spain”. Health and Social Care in the Community. DOI: 10.1111/hsc.12712