INICIATIVA CIUDADES SEGURAS PARA LAS MUJERES
RM Cárdaba García1, I Cárdaba García2.
1 Gerencia de
Emergencias Sanitarias SACYL.
2 Complejo
hospitalario de Segovia.
(Comunicación
presentada en la “REUNIÓN CIUDADES QUE TE CUIDAN”. Segovia, Marzo de 2017)
La ONU, en el ámbito de la
defensa de los Derechos Humanos, en 2010 pone en marcha la Iniciativa mundial
Ciudades Seguras para las mujeres, con el fin de crear espacios públicos seguros
y libres de violencia.
Las mujeres y niñas sufren y
temen los diversos tipos de violencia sexual en espacios públicos, desde el
acoso sexual hasta la agresión sexual que incluye la violación y el
feminicidio. Ocurre en las calles, en el transporte público, en los parques, en
las escuelas y los lugares de trabajo y alrededor de ellos, en aseos públicos y
en sus propios vecindarios (Michaud, 2002).
Esta realidad reduce la libertad
de movimiento de mujeres y niñas, reduce su capacidad de participar en la
escuela, el trabajo y la vida pública. Limita su acceso a los servicios
esenciales y a disfrutar de oportunidades culturales y de ocio. Asimismo,
repercute negativamente en su salud y bienestar.
Pese a que actualmente la
violencia en el ámbito privado se reconoce ampliamente como una violación de
derechos humanos, la violencia contra mujeres y niñas, en especial el acoso sexual
en espacios públicos, sigue siendo un tema en gran medida desatendido, con
pocas leyes o políticas para acometerla y prevenirla.
Es cierto, que existe una gran
variedad de situaciones en función del país o la zona geográfica en cada
continente, pero la realidad social nos muestra que en todo el mundo se pueden encontrar
innumerables ciudades donde las niñas y mujeres de hoy en día no están seguras (Aldasoro
& Sanz, 2002).
JUSTIFICACIÓN:
Las mujeres y las niñas padecen
situaciones de violencia que son diferentes a las que sufren los hombres. La
violencia ejercida contra mujeres y niñas por razón de género es una de las peores
discriminaciones que éstas sufren. Esta discriminación es consecuencia de una
cultura patriarcal basada en relaciones de poder desiguales entre hombres y
mujeres. Las mujeres y niñas son acosadas sexualmente con mucha más frecuencia que
los hombres y los niños, lo cual no quiere decir que ellos no puedan padecerlo
también. Las féminas también están continuamente expuestas al abuso y a
violaciones en todo tipo de entornos. La omnipresente violencia hacia las
mujeres y niñas se suma al temor de éstas de ser víctimas de delitos como robo
y otro tipo de agresiones. El abuso sexual es la principal causa de miedo entre
las mujeres en las ciudades. Como resultado de este hecho, los estudios
reflejan que las mujeres cambian sus rutinas con más frecuencia que los
hombres. Por ejemplo, las mujeres tienden a dejar de salir solas cuando
anochece, mientras que los hombres no. Por lo tanto, las mujeres y las niñas
sienten y perciben la seguridad e inseguridad de forma diferente que los
hombres y los niños (Dalmazzo, Serrano & Cardona, 2008).
En Nueva Delhi, un estudio de
referencia realizado en 2012 que refleja que el 92 por ciento de las mujeres
había sufrido algún tipo de violencia sexual en espacios públicos a lo largo de
su vida, y que el 88 por ciento de mujeres había sufrido algún tipo de acoso
sexual visual y verbal (comentarios no deseados de naturaleza sexual, silbidos,
miradas o gestos obscenos) a lo largo de su vida.
En Quito se mostraron resultados
de un estudio de alcance realizado en 2011 que revelaba que el 68 por ciento de
las mujeres habían sufrido algún tipo de acoso sexual y violencia sexual, al menos
una vez durante el año previo.
En Kigali, un estudio realizado
en 2012 reveló que el miedo que tienen las mujeres a sufrir acoso sexual y
otros tipos de violencia sexual limita su participación en actividades fuera
del hogar durante el día y la noche. El 42 por ciento de las mujeres afirmó que
tenía miedo de ir a los centros educativos durante el día y el 55 por ciento
cuando oscurece. Más de la mitad de las mujeres afirmó tener miedo de
participar en actividades de ocio durante el día y cuando oscurece.
En Londres, en una encuesta
realizada en 2012 por la Coalición para poner fin a la violencia contra las
mujeres, el 43 por ciento de mujeres jóvenes afirmó haber sufrido acoso en la
calle durante el año previo a la encuesta.
En Francia, un estudio realizado
en 2013 por el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos,
descubrió que una de cada cuatro mujeres tenía miedo cuando caminaba por la calle,
y que una de cada cinco mujeres había sufrido acoso verbal en la calle durante
el año previo a ser preguntadas.
Ambos estudios anteriormente
mencionados, muestran que la inseguridad para mujeres y niñas no es un fenómeno
exclusivo de países subdesarrollados o en vías de desarrollo, sino que es un
hecho social basado en la cultura patriarcal imperante a nivel global y del que
no estamos exentas las mujeres de países más desarrollados.
En febrero de 2013, encabezadas
por la ciudad de Dublín, varias ciudades de países desarrollados también se
unieron a la iniciativa mundial Ciudades Seguras para compartir su conocimiento
y fortalecer y ampliar sus iniciativas para prevenir el acoso sexual y otras formas
de violencia sexual contra las mujeres y niñas en espacios públicos (Aldasoro
& Sanz, 2002).
LA CIUDAD COMO ESPACIO PÚBLICO POR EXCELENCIA:
La ciudad como terreno donde se
entrecruzan demandas y aspiraciones representa el escenario donde se
desarrollan las ciudadanías. La imagen de la ciudad nos llega como el lugar de
la objetividad y espacio para la acción con indiferencia del sexo de los
individuos que en él se encuentran.
El urbanismo no es neutro desde
el punto de vista de género, puede mejorar o perjudicar el modo en que las
mujeres se relacionan con el espacio donde viven. Las necesidades sociales suelen
ser relegadas frente a las cuestiones relativas a la eficiencia económica y
pueden considerarse a las mujeres, junto con los segmentos de la sociedad de
menor renta, uno de los sectores más perjudicados socialmente dentro de esta
lógica meramente económica (Durán & Prezi, 1998).
El hecho principal que diferencia
la relación de las mujeres con la ciudad respecto de la de los hombres es lo
relativo a la vida cotidiana. En la mayoría de las mujeres su experiencia cotidiana
en el espacio urbano difiere mucho de la de los varones. La responsabilidad de
lo doméstico continua considerándose responsabilidad femenina, el tiempo de las
mujeres sufre una sobrecarga de actividades que apunta a una clara relación con
la ciudad en términos de compatibilizar las posibilidades que brinda el espacio
con las necesidades que la vida cotidiana exige (Burgess, 2003).
¿QUÉ ES UNA CIUDAD SEGURA PARA LAS MUJERES?
La ONU junto con UNICEF,
establecen unos puntos clave para poder considerar a una ciudad, espacio seguro
para el género femenino:
· Una ciudad donde las mujeres pueden disfrutar de
los espacios públicos y de una vida pública sin temor a ser agredidas.
·
Una ciudad donde no se ejerce violencia hacia
las mujeres y las niñas, ni en su casa ni en la calle.
·
Una ciudad donde las mujeres y las niñas no son
discriminadas y donde sus derechos económicos, sociales, políticos y culturales
están garantizados.
·
Una ciudad donde mujeres y niñas participan en
la toma de decisiones que afectan a la comunidad en la que viven.
·
Una ciudad donde el estado garantiza los
derechos humanos de todas las personas sin excluir a las mujeres y las niñas.
·
Una ciudad donde el estado y el gobierno local
llevan a cabo acciones para atender, prevenir y sancionar la violencia contra
las mujeres y niñas.
·
Una ciudad donde el estado y el gobierno local
garantizan el acceso de las mujeres y niñas a la justicia.
Las asociaciones anteriormente
mencionadas, marcaron unas pautas generales para todos los países del mundo.
Resulta sorprendente desde nuestra perspectiva emic algunas de las pautas puesto
que vivimos en un país que ha superado esas barreras, pero no así otras, como
puede ser el hecho de las diferencias salariales por género, el techo de cristal
o el suelo de terciopelo, entre otras. Esas diferencias que tenemos inmersas en
nuestro inconsciente como una impronta adquirida en el medio social en el que
vivimos, son las que hacen que la mujer se sienta en su foro interno inferior
al varón y con miedo a poder ser agredida por él en caso de no cumplir las
normas no escritas, por ejemplo, una mujer que vuelve sola a casa de noche puede
ser agredida con más facilidad que un varón, porque la mujer no debería estar
ahí en ese momento, en la calle, sola y de noche (Bustelo, 2004).
BENEFICIOS DE UNA CIUDAD SEGURA PARA EL GÉNERO FEMENINO:
1. Si las ciudades y comunidades
se vuelven más seguras para mujeres y niñas, se puede ampliar su participación
social, económica, cultural y política total como ciudadanos iguales. Las
ciudades y comunidades que son seguras y están libres de violencia hacia la
mujer, ayudan a crear igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Cuando
son más seguros y cómodos, los espacios públicos ofrecen un sinnúmero de
posibilidades para la participación de mujeres y niñas en las áreas de trabajo,
educación, política y recreación. La construcción de ciudades y comunidades seguras
para mujeres y niñas depende de la eliminación de la violencia e inseguridad que
impiden que las mujeres y niñas usen los espacios públicos libremente, como ciudadanas
con igualdad de derechos humanos de oportunidad y seguridad.
2. La inseguridad y la percepción
de inseguridad impiden que las mujeres y niñas puedan usar y disfrutar
completamente la ciudad y conduce a la existencia de prejuicios injustos sobre
las mujeres. Cuando las mujeres y niñas perciben que el entorno es peligroso,
se ven limitadas en el uso y disfrute de los espacios públicos porque evitan
los lugares donde se sienten inseguras (Viswanath y Mehrotra, 2007).
Como resultado, las calles,
plazas, parques y barrios son usados con más frecuencia por los hombres y niños
que por las mujeres y niñas. Este hecho contribuye a prejuicios injustos que
las mujeres y niñas siempre deben tener miedo, y son tratadas como débiles,
desvalidas, y vulnerables. Esto hace que las mujeres y niñas sean víctimas del
miedo, además de víctimas de violencia (Falú, 2007). A pesar de numerosos
protocolos, políticas y una mayor conciencia a nivel mundial sobre la violencia
hacia la mujer y las niñas, estas formas de violencia y sus efectos permanecen
subestimados y los gobiernos y la sociedad civil no los toman en cuenta lo
suficiente. También, hasta ahora, la violencia hacia la mujer generalmente no
es considerada un componente de la violencia urbana. Esto significa que los
programas que son diseñados para erradicar la violencia urbana no abarcan la
violencia hacia la mujer.
3. Cuando se previenen o
disminuyen las causas que originan la violencia, también pueden prevenirse o
eliminarse los problemas relacionados con ella, y las ciudades pueden ser más
seguras para todos. Los efectos positivos de las ciudades seguras y los programas
comunitarios incluyen:
·
Mejor reconocimiento de los derechos de las
mujeres y niñas
·
Mayor independencia de las mujeres
·
Mayor participación de las mujeres en la vida
democrática
·
La difusión del reconocimiento que las
relaciones de poder desiguales, entre hombres y mujeres, son una de las
principales causas y consecuencias de la violencia contra las mujeres.
·
La difusión del reconocimiento que la violencia
contra la mujer es un obstáculo para el desarrollo de ciudades y comunidades.
·
Mayor conocimiento público de cómo la violencia
en los espacios públicos y la violencia en la esfera privada están conectados.
·
La difusión de conocimiento y la evaluación del
impacto de la violencia hacia las mujeres y las niñas en las ciudades,
incluyendo su costo económico. Por ejemplo, cada año, las ciudades gastan
millones de euros en fuerzas policiales, servicios de salud y otros servicios
para las víctimas, relacionados con las experiencias de las mujeres y el temor
a la violencia en los espacios públicos.
· Considerar las diferentes necesidades de otros
grupos marginados, tales como poblaciones emigrantes, comunidades étnico-culturales,
mujeres con discapacidades, niñas adolescentes, ancianas, y otras (Segovia,
2007; Rainiero, Rodigou & Pérez, 2006; Vega, 2006).
CONSECUENCIAS DE LA INSEGURIDAD DE LAS MUJERES:
·
Miedo a circular libremente a cualquier hora:
restricciones de movilidad.
·
Obstáculos en la participación en la vida
social.
·
Dependencia de protección (figura masculina,
sistemas de alarma, policía etc).
·
Falta de confianza en sí mismas y falta de
autonomía.
·
Percepción del mundo como amenazador y
peligroso.
·
Aislamiento.
·
Estrés y mayor consumo de ansiolíticos.
·
Transmisión de inseguridad a otras niñas.
·
Sentimiento de culpa ante un incidente.
·
Percepción de sí mismas como víctimas.
· Obstáculos al desarrollo de la mujer como
miembro de un colectivo social: supervivencia en vez de pleno derecho (Segovia,
2007).
ENFOQUES DE POLÍTICAS PARA LA PROMOCIÓN DE CIUDADES SEGURAS DESDE LA
PERSPECTIVA DE GÉNERO:
1. Concepción asistencialista:
Las instituciones y servicios
públicos se crean para atender la situación posviolencia, es decir, cuando la
mujer se ha convertido en víctima. Sin embargo, no se construyen y elaboran
estrategias y recursos para la prevención de la violencia, ni para promover los
derechos de las mujeres.
2. Concepción victimista:
Las mujeres son tratadas
solamente como víctimas y destinatarias de recomendaciones, consejos o
sugerencias que en realidad inhiben y limitan sus movimientos en la ciudad e inciden
en las elecciones y decisiones respecto a las actividades a desarrollar, los
horarios y lugares por donde transitar.
3. Concepción delegativa:
Si bien se crean organismos
específicos y con personal capacitado para atender a las mujeres víctimas de
violencia, con el objetivo de una atención adecuada que impida la doble
victimización a la que se ven expuestas, no se aborda la estructura institucional en su conjunto (judicial, policial, servicios sociales etc). El
comportamiento de la mujer es la causa de la violencia, lo que genera
culpabilidad en las víctimas.
4. Concepción que enfatiza la
violencia intrafamiliar:
Movimientos sociales femeninos
realizan esfuerzos para que la violencia que se ejerce contra ellas en el
ámbito doméstico o privado sea reconocida como una violación de los derechos
humanos, y por tanto un problema de responsabilidad social, ha implicado que los
gobiernos destinen recursos y acciones para eliminar y penalizar este tipo de
violencia, sin embargo, en el ámbito social, se excluye la violencia que se
ejerce contra las mujeres en el espacio público de la ciudad (Mac Dowell,
2000).
BIBLIOGRAFÍA:
Aldasoro, E. y Sanz del Pozo, A.
(2002). Mapa de la Ciudad Prohibida para las Mujeres. Una experiencia de
participacion con las mujeres jóvenes. Basauri, España: Ayuntamiento de
Basauri.
Burgess, R. (2003). Ciudad y sostenibilidad:
desarrollo urbano sostenible. Bruselas, Bélgica: Cuadernos Cepal de la ONU.
Bustelo, M. (2004). La evaluación
de las políticas de género en España. Madrid, España: La catarata.
Dalmazzo, M., Serrano, N. y
Cardona, L. (2008). Ciudades Seguras: Violencia Contra Las Mujeres Y Políticas
Públicas. Bogotá, Colombia: Programa Regional Ciudades Seguras: Violencia
Contra Las Mujeres Y Políticas Públicas.
Durán, M. A. y Pezzi, C. H.
(1998). La ciudad compartida. Madrid, España: Consejo superior de los Colegios
de Arquitectos de España.
Mac Dowell, L. (2000). Género,
identidad y lugar. Madrid, España: Ediciones cátedra.
Michaud, A. (2002). La seguridad
de las mujeres: de la dependencia a la autonomía. Montréal, Canadá: Femmes et
ville.
Rainiero, L., Rodigou, M. y
Pérez, S. (2006). Herramientas para la promoción de ciudades seguras desde la
perspectiva de género. Córdoba, Argentina: UNIFEM.
Segovia, O. (2007). Resumen de
los Talleres de Debate en torno a ciudades más seguras para tod@s. Madrid,
España: Seguridad y género.
Vega, P. (2006). Las mujeres de
la calle y la calle de las mujeres. La conquista de la calle. Madrid, España:
Colectivo de mujeres urbanitas.
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