COVID-19 Y SALUD
PÚBLICA
Estimados gestores de la epidemia de COVID-19 a nivel
nacional y autonómico.
Quiero comenzar con una obviedad en la cual espero estaremos
de acuerdo: Para controlar esta crisis se necesitan cumplir dos objetivos;
Primero, evitar la transmisión del virus, o sea, disminuir (anular si es
posible) los contagios; Y Segundo, curar a los enfermos.
De lo segundo tenemos amplia, incluso un exceso de
información tanto a nivel oficial como periodístico, y un bien merecido
reconocimiento social de los profesionales de la sanidad asistencial, que están
sufriendo una inusitada presión, con colapso de hospitales y Unidades de
Cuidados Intensivos, y escasez de material, incluyendo los más básicos de
protección individual, lo que ha llevado a un alto porcentaje de bajas,
fundamentalmente entre personal de enfermería y medicina. En este sentido creo
que es importante recordar también a los profesionales de la Atención Primaria,
en la primera línea de este frente, estableciendo un importante filtro al
hospital.
Respecto al primer objetivo, el evitar los contagios a nivel
poblacional es la función básica de la Salud Pública. En los primeros estadios
de la pandemia, con excelentes resultados, se detectaron los primeros casos,
los posibles contactos, se realizaron estudios epidemiológicos y se tomaron
medidas para evitar la transmisión. Sin embargo, cuando debido a los casos
subclínicos se extendió la enfermedad con transmisión comunitaria, pero sobre
todo a raíz de la implantación del estado de alarma, la función de la Salud
Pública ha desaparecido de la mente de nuestros gestores, para centrarse en una
única medida preventiva que es el confinamiento, y encomendando su custodia a
las fuerzas del orden.
Nuestras comunidades autónomas disponen de profesionales
sanitarios perfectamente preparados para ejercer su labor de protección de la
salud y prevención de la enfermedad, como por ejemplo los veterinarios y
farmacéuticos de salud pública, que deberían tener mayor protagonismo y mayor
presencia en esta misión de reducir contagios. Es más, en su calidad de
sanitarios locales, están a disposición de las autoridades municipales,
asesorando en actividades de sanidad ambiental, como la desinfección de locales
y espacios de uso público, entre otros programas puestos en marcha por nuestros
ayuntamientos.
No se trata sólo de incluir en los comités de expertos (como
ha hecho Castilla y León) a profesionales de estas ramas citadas a fin de que
aporten una visión más holística de esta crisis y las medidas para superarla,
como se reclama desde instancias colegiales, sino también que todos los
profesionales sanitarios puedan contribuir a este objetivo cada uno desde su
función.
En cuanto a las medidas de protección de la salud y
prevención de enfermedad, no se deben centrar únicamente en el confinamiento.
Es muy importante que los establecimientos donde hay concentración de personas,
o de objetos/mercancías que puedan contribuir al contagio observen unas reglas
mínimas que eviten dicha transmisión de virus. Sobre todo instalaciones como
las de la cadena alimentaria (desde la granja a la mesa), transporte de
mercancías, industrias, tiendas y supermercados, RESIDENCIAS de mayores y de
discapacitados, entre otros. Cada uno de ellos deberían poner en práctica un
“Plan de Contingencia contra la COVID-19”, asesorados y validados por los
profesionales de salud pública, donde consten los puntos de peligro de
transmisión del virus y las medidas para evitarlo y controlarlo, como medidas
de aislamiento, de formación de personal, de protección, programas (denominados
“prerrequisitos” en lenguaje técnico) de limpieza y desinfección, de buenas
prácticas, de mantenimiento de instalaciones, etc. Al tiempo, por estos mismos
profesionales se debe hacer un seguimiento de su correcta puesta en
funcionamiento y consecución de sus objetivos.
Los profesionales de Salud Pública estamos habituados a
realizar control de brotes de enfermedad, con sus tomas de muestras (de superficies,
de productos, de personas,…), análisis epidemiológicos, medidas cautelares, y
otras tendentes no sólo a la resolución del problema sino a evitar su
reaparición, si en una residencia hay varios afectados por una toxiinfección,
intervenimos y tomamos medidas, no veo la razón por la que no se ha intervenido
cuando el problema ha sido COVID-19, ¿posiblemente por falta de test
diagnósticos?, ¿Porque estos casos se llevan a “otros niveles”?.
Así mismo, la administración sanitaria dispone de una
extensa red de laboratorios de salud pública, que perfectamente pueden ser
dotados y habilitados para realizar test diagnósticos, y contribuir a
implementar estos programas, al tiempo que se descargaría de trabajo a los
laboratorios de los hospitales.
En fin, estimados gestores de esta pandemia, bien conocen
que hay infinidad de ocasiones de contagio de forma directa o indirecta, pero
lo que también deben saber es que tienen a su disposición unos grandes equipos
de profesionales preparados para intervenir en campo y tratar de reducir esta
transmisión del virus, y que para la resolución de esta crisis, que no se
parece a ninguna otra que hayamos vivido, se necesita la colaboración de todos.
F. Javier Tejedor
Martín.
Dr en Veterinaria..
Asociación Andrés Laguna para la
Promoción de las Ciencias de la Salud
Excelente artículo, a ver si las autoridades hacen algo de caso...
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