Consuelo Cuenca
Psicóloga Sanitaria- Forense
Asociación Andrés Laguna para la
Promoción de las Ciencias de la Salud
DUELO SIN DESPEDIDA
El Decreto de Estado de Alarma ante la Crisis Sanitaria del COVID-19 ha conducido a
un encierro obligatorio bajo medidas excepcionales con la finalidad de evitar contagios.
Para unos, el confinamiento es manejable a nivel emocional, familiar, laboral, y sin
embargo, para otros se sienten aislados, tristes, nerviosos, desamparados, etc.
En estos últimos días, la pandemia del coronavirus ha causado y causará numerosas
muertes a nivel nacional e internacional. Ante la presencia extendida del COVID- 9, la
situación de miedo y conciencia de enfermedad/muerte está patente día a día
inundando nuestras vidas, llegando a sentirnos vulnerables a nivel biológico,
psicológico y social por las consecuencias del mismo.
La dureza de la realidad se hace presente cuando el ser querido comienza a mostrar
síntomas, se lo llevan en ambulancia, le ingresan en el hospital y nos dicen que no
puede estar acompañado/a, hay que estar a la espera de noticias por teléfono, pasan
horas en espera de la información médica tras el día de ingreso o días posteriores, y
de forma paralela los medios de comunicación hablan de saturación de hospitales, de
falta de equipamiento de protección, escasos materiales o respiradores, etc. La
situación es vivida con angustia, miedo e incertidumbre tanto por el enfermo como por
los familiares.
Entre las diferentes actuaciones y normativas gubernamentales se encuentran los
nuevos protocolos sanitarios que impiden a los familiares o cuidadores acompañar al
enfermo durante su estancia hospitalaria.
La situación vivida no solo ha cambiado nuestro estilo de vida, sino también la forma
de morir. Desde que se inicia la pandemia, los funerales y velatorios han desaparecido
en nuestro entorno, ya que para evitar la propagación del COVID-19 se impide dar el
último adiós al ser querido y celebrar los rituales funerarios.
La persona doliente no solo sufrirá por la ausencia del ser querido, sino también por no
poder despedirse. Siéndole difícil y complicado honrar a su ser querido en un acto de
generosidad, responsabilidad y cuidado hacia los demás, ya que tiene que renunciar a
aquello que más se desea como velar o acompañar a la persona fallecida o al familiar.
Algunas personas lo viven como algo “traumático”, una situación de shock e
incredulidad ante la imposibilidad de realizar el acompañamiento o ante la noticia del
deceso.
Ante esta situación de dolor en las familias, algunas entidades funerarias en su buen
quehacer ofrecen plataformas on line para homenajear a los difuntos, hacer
memorándums, trasladar las condolencias a los familiares, etc. Es otra forma diferente,
de honrar la memoria de la persona fallecida con intención de paliar el dolor.
El proceso del duelo es sentir y vivir el sufimiento en el propio escenario real o
simbólico. En la mayoría de las personas, la celebración de ritos civiles/religiosos
(ceremonias, elegir la ropa, dónde y cómo conservar el cuerpo…) relacionados con la
muerte es significativa, pudiendo llegar a afectarles psicológicamente sino pueden
realizar el duelo en las mismas condiciones o sistema de creencias. Por lo tanto, su
proceso dependerá de apoyos externos y los vínculos de amistades, familiares o
personas cercanas para expresar y compartir su dolor.
La ausencia de los rituales de despedida no favorece la aceptación de la pérdida ya
que limita ser conscientes de la realidad, expresar lo que se siente y a la vez recibir el
apoyo de los seres queridos. A todo ello se suma, el impacto en el familiar para
enfrentarse solo ante los trámites hospitalarios y funerarios, recogida de sus
pertenencias…
El proceso de elaboración y resolución del duelo no siempre es sencillo. Las
manifestaciones clínicas del duelo pueden ser distintas debido a las diferencias
individuales en la expresión emocional, los convencionalismos socio-culturales
(represión/manejo del dolor), circunstancias de la pérdida (muerte repentina,
esperada…), situación personal, etc.
En el trance del duelo se pueden sentir emociones diferentes, desde sensación de
fracaso, sentimientos de culpa, envidia hacia amigos o familiares del entorno que no
están pasando por la misma situación, rencor, etc. También son frecuentes en las
etapas iniciales, síntomas como insomnio, falta de apetito, dolor de cabeza, ansiedad,
alucinaciones, etc. Cada persona tiene su ritmo y necesita su tiempo para resolucionar
el proceso de duelo.
El psicólogo/a en su trabajo en duelo ayuda al doliente a dar sentido y significado al
proceso de muerte y sus rituales, a potenciar que logre la congruencia y equilibrio
psicoemocional necesaria entre pensar, sentir, decidir y actuar. Se trata de resolver
de modo positivo el duelo, para un mejor entendimiento, aceptación y resolución de la
situación. El objetivo es que la persona siga hacia adelante y aprenda de la
experiencia.
Algunas personas que han experimentado una pérdida inesperada pueden situarles en
una situación de vulnerabilidad ante trastornos psicopatológicos o sintomatología de
ansiedad, depresión, somatización…
En estas situaciones, el trabajo del profesional de la Psicología ayudará a la persona a
manejar su problemática mediante estrategias de afrontamiento adaptativo a su
situación para avanzar en las diferentes etapas hasta concluir el proceso de
elaboración del duelo.
Sugerencias ante un duelo sin despedida:
o Consultar directamente con el profesional médico cualquier duda acerca de la
situación que desencadenó el deceso.
o Identificar y expresar lo que se siente a personas de confianza
o Aceptar los cambios emocionales: tristeza, miedo, enfado….
o Recordar aunque sea doloroso.
o Darse tiempo para aceptar, el duelo no es algo rápido ni se puede borrar.
o Escribir sobre momentos vividos o lo que quedó por decir
o Recopilar y ordenar fotografías o vídeos.
o Aceptar la ayuda de otros o delegar.
o Reflexionar acerca de los nuevos roles a asumir
o Mantener el contacto con familiares y reuniones sociales
o Compartir los buenos ratos vividos con el fallecido/a, sus gustos o la
implicación en sus vidas.
o Tener en cuenta, la posibilidad de celebrar en un futuro una ceremonia de
despedida o funeral con los allegados.
o Buscar la desconexión mental mediante actividades que alejen de los
pensamientos repetitivos
o Tener momentos de soledad para el desahogo emocional o reflexiones
o Establecer rutinas, horarios de dieta saludable, hábitos del sueño, aseo, …
o Recurrir a Psicólogos/as expertos en procesos de duelo.
Rafael Cuenca Pelado, hombre curtido por la experiencia de la vida, sobreviviente de
la última guerra y postguerra decía:
“Ante las penurias y los males de la vida, el ser humano no tiene límites,
con su trabajo, tesón y cariño cambia las cosas para bien”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario