EDUCACIÓN
SEXUAL INTEGRAL
Mª Consuelo Cuenca
Psicóloga Sanitaria y Forense
c.avanti2008@gmail.com
El presente trabajo trata de ofrecer una visión
general sobre la dimensión humana de la sexualidad y la educación sexual
integral. Se plantea una educación sexual holística con el fin de proporcionar
una información sin prejuicios y conocimientos científicos rigurosos sobre
todos los aspectos de la sexualidad humana. Siendo la comunicación y educación
sexual la base para el desarrollo de una sexualidad sana y responsable. La
Psicología de la sexualidad estudia el comportamiento sexual y sus diferentes manifestaciones,
poniendo especial atención en la detección de aquellos aspectos que interfieren
en la funcionalidad del individuo. Ofrece una visión holística e integrada de
la sexualidad humana. Entiende que la sexualidad forma parte del conjunto de
vivencias y experiencias de la vida, que si se enmarca en una educación sexual
apropiada deriva en fuente de salud. La educación sexual como materia obligatoria en
la mayoría de los estados europeos presentan numerosas diferencias en su
instrucción y contenidos. Diferentes estudios indican que la
educación sexual no permite un abordaje fácil y directo ya que su complejidad y
resistencias a su aplicación en las aulas
son un frecuente motivo de debate sobre su viabilidad. Sin
embargo, se plantea la necesidad de continuar consolidando la transversalidad
de la Educación Sexual Integral en los diferentes proyectos educativos
españoles, profundizando en los procesos de formación e incorporando a las
familias, profesionales y al entorno para garantizar que el alumnado ejerza su
derecho fundamental a la educación.
Palabras clave:
Sexualidad, Psicología-Sexología, Programas Educativos y Educación Sexual
Integral.
INTRODUCCIÓN
A lo
largo de los tiempos, “educar” se identifica con criar, cuidar, instruir o
guiar al individuo. Entendiéndose como aquellas relaciones que se establecen
con el ambiente y que son capaces de potenciar las posibilidades educativas del
sujeto. De forma, más descriptiva la educación consiste en un proceso de enseñanza y
aprendizaje basado en una socialización metódica cuya función es
adaptativa y cuyo objeto es insertar al individuo en la sociedad mediante la
transmisión de determinados contenidos culturales.
La educación sexual
integral es una condición previa para ejercer la plena autonomía corporal; ello
exige, no sólo el derecho de tomar decisiones sobre el propio cuerpo, sino
también tener información apropiada para tomar decisiones de manera
sensata. Por lo tanto, a través de la
educación sexual, las personas obtienen la información y las habilidades
necesarias para tomar decisiones saludables sobre su sexualidad y salud sexual.
Siguiendo con el
planteamiento anterior, los programas de educación sexual integral se sustentan
en los principios de los derechos humanos. Éstos ayudan a fomentar la igualdad
de género, defender los propios derechos sexuales, empoderar a la persona, etc. Luego, los
beneficios de la educación sexual, cuando es integral, van mucho más allá de la
mera información sobre la reproducción y los riesgos para la salud.
La
sexualidad está presente en las diferentes edades y etapas de la
persona. Se configura en base a condiciones anatómicas, psíquicas y afectivas,
dando lugar a la expresión del repertorio comportamental individual.
Se vive y expresa en todo lo
que somos, sentimos, pensamos y hacemos. Por tanto, la sexualidad y afectividad
nos acompañan a lo largo de toda la vida. En el ser humano es una fuente de comunicación, afecto, placer, satisfacción y bienestar, expresada a través de la ternura, la confianza y el respeto.
Tanto la sexualidad como la
afectividad, se cimentan desde la infancia en función de las relaciones
establecidas con las personas más próximas, siendo muy significativas en la
etapa de la adolescencia y juventud respecto a los componentes
afectivos-sexuales, ya que en función de éstos se perfilará el trayecto hacia
la adultez.
Desde la perspectiva de las Ciencias de la Salud, las personas
somos seres sexuados, donde la dimensión de la sexualidad se desarrolla desde
el nacimiento y a largo de toda la vida.
La sexualidad es contemplada como una forma única e idiosincrásica de combinar aspectos genéticos, biológicos,
fisiológicos, psicológicos, afectivos y sociales; que proporciona una
percepción de las propias características y de los demás, enmarcada en un contexto
específico. Por lo tanto, es la manifestación de la convicción interna de que
somos individuos sexuados.
Al ser seres sexuados, ante la
experiencia de una vivencia sexual afectiva,
permite conocer la propia respuesta, necesidades y capacidades corporales.
Además de proporciona la oportunidad de descubrir al otro, siempre y cuando la
otra persona haya ejercido su derecho de elección para depositar sus afectos y
aceptar la relación.
Un hecho que con frecuencia
ocurre cuando se habla de sexualidad es asociar de forma determinante a ésta
con la genitalidad o actividad reproductora; sin embargo, ésta va más allá. La sexualidad
es una dimensión importante en el ser humano. Se sustenta en el sexo biológico
con el que se nace y está condicionada por diferentes factores como el género,
la identidad, orientación y rol sexual, el erotismo y actividad sexual, la
vinculación afectiva y la capacidad reproductiva. Por tanto, el organismo está
en interacción continua con el entorno donde se movilizan procesos cognitivos,
motivacionales, emocionales, fisiológicos y comportamentales.
En la forma de experimentar la
sexualidad
de forma más o menos gratificante, pueden llegar a ser determinantes factores
como la interferencia de déficits educativos (desinformación,
desconocimiento anatómico y fisiológico…), conflictos religiosos/morales,
erotofobia-erotofilia, sentimientos de culpa sexual, disfunciones sexuales,
problemas psicológicos, etc.; estas dificultades pueden obstaculizar la
experiencia de vivir la sexualidad de forma plena y saludable.
Ante las diferentes perspectivas acerca de la sexualidad y
salud sexual, la Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea que la salud sexual repercute en el
desarrollo socioeconómico de las comunidades y los países al ser un aspecto
fundamental para el bienestar general de las personas. Indica que un nivel
óptimo de salud sexual se sustenta en un enfoque respetuoso y positivo de la
sexualidad donde las experiencias sexuales han de ser placenteras y seguras,
sin coerción, discriminación ni violencia. Señala que el grado de bienestar en
hombres y mujeres dependerá de su acceso a la información integral, educación,
actividad sexual con o sin protección, acceso a la atención de salud sexual y de
un entorno promotor de una salud sexual adecuada.
Otro defensor es la Asociación de Especialistas
en Sexología en España (AES). Ésta apunta que la promoción de la salud sexual
es fundamental para la consecución de la salud y el bienestar. Parte de una
perspectiva de la sexualidad positiva, diversa y rica.
Estando en la misma sintonía, la World
Association for Sexual Health (WAS), enfatiza que <<se logrará la salud sexual mediante el reconocimiento y el apoyo de los
derechos sexuales y el
conocimiento adquirido, a través de la sexología, de una amplia educación de la sexualidad y del
acceso al cuidado de la salud sexual>>.
Desde hace años, la WAS viene diseñando estándares de práctica profesional
con el objetivo de ser una guía, que permita a los profesionales de la
educación y a las entidades normativas de todo el mundo redactar objetivos
educativos y diseñar currículos. Además de ofrecer herramientas de evaluación
en la formación de educadores especialistas en sexología.
En general en Occidente, los
sexólogos-psicólogos/as apoyándose en una perspectiva biopsicosocial y sexual
abordan aquellos conocimientos científicos necesarios para impulsar una
educación sexual de calidad con el fin de promover el desarrollo intelectual y pensamiento
crítico del individuo.
Y a su vez, a lo largo de las últimas décadas,
diferentes organismos internacionales llevan insistiendo en la importancia de
potenciar el diseño y la impartición de programas formativos en educación
sexual que englobe a la familia, la escuela y profesionales formados en
sexualidad para que puedan colaborar de forma conjunta en el desarrollo y
aplicación de programas educativos. La finalidad es dar respuesta a la
necesidad objetiva y generalizada a toda la población. Es decir, no solo
jóvenes sino aquellos adultos que carecen de educación sexual por diferentes
motivos.
El estudio de la sexualidad humana es una
realidad que exige un enfoque multidisciplinar, donde diferentes profesionales
con formación en este ámbito colaboran de forma conjunta para llevar a cabo la
implementación de programas educativos y de salud sexual.
La Psicología como ciencia del estudio del
comportamiento humano contempla la
sexualidad desde una perspectiva bio-psico-socio-sexual. El ser
humano está mediatizado por su propia sexuación, sus características sexuadas,
bases biofisiológicas y herencia genética. Considera que la sexuación se
diferencia en dos sexos, poniendo de relieve la existencia de un instinto
automático que estereotipa la conducta sexual; lo que propicia las diversas
maneras de percibirse el individuo y la activación de la pulsión erótica de
forma flexible y dinámica. Siendo los afectos y las emociones inherentes a la
vivencia de la experiencia sexual.
La Psicología de la Sexualidad ofrece una
comprensión del proceso psicológico a través del cual se desarrollan los
distintos sexos, y las dimensiones que los componen: la identidad sexual y de
género; el deseo erótico y su integración en el conjunto de la personalidad,
así como sus relaciones durante los comportamientos sexuales; la vinculación
afectiva y mediación en los afectos asociados al erotismo, amor y
enamoramiento; la evolución a lo largo del desarrollo evolutivo y el análisis
de las dificultades sexuales. Por consiguiente, la sexuación e imagen corporal
media en la construcción de la propia identidad
en función de los mecanismos culturales como los estereotipos de
género. Sumándose los procesos
cognitivos que participan y conforman la identidad sexual, los contenidos de
deseo erótico, las actitudes y los comportamientos. Luego, el desarrollo de la
propia identidad sexual y de género y la experiencia erótica, están mediados
por afectos y emociones en un contexto
de intimidad.
Desde esta perspectiva se entiende que la
sexualidad parte del conjunto de vivencias y experiencias de la vida, que al
estar enmarcadas en una educación sexual apropiada deriva en fuente de salud. Contempla
la sexualidad como una dimensión humana influenciada por el sistema cognitivo,
fisiológico-motor, motivacional-emocional y comportamental; donde el bienestar y la
calidad de vida sexual se asocia a una adecuada salud sexual y a una percepción
positiva de la sexualidad.
Contempla que la educación para la sexualidad
debe estar comprendida en el marco de los derechos humanos. Defiende que
recibir una educación para la sexualidad de calidad y con bases científicas es
un Derecho Humano, universal e inalienable de todo individuo y, por ende, se
defienden los derechos sexuales.
Desde la Psicología se coincide con Pellejero y
Torres (2011) que la educación sexual debe encuadrarse desde la Sexología y
mediante planteamientos coeducativos que traten a las personas de manera integral;
con López y Fuertes (1989): <<la
sexualidad no sólo mediatiza todo nuestro ser, sino que también es mediatizada
por él. Esta mediación se produce a través de procesos biofisiológicos, cognitivo – lingüísticos y afectivo – emocionales>>. Por lo tanto, se entiende que la sexualidad
humana va más allá de la genitalidad, las prácticas sexuales y la reproducción;
y con Le Vay (1993) que plantea: <<a
diferencia del comportamiento instintivo de especies subhumanas, la
satisfacción del deseo sexual en los seres humanos no tiene prefijados sus
destinos. Existen multitud de maneras, de formas de estímulos diferentes muy
personalizados>>.
La Psicología de la Sexualidad defiende que educar
en salud sexual requiere objetividad y conocimiento científico, ya que educar
no es una mera forma de instrucción y socialización, si no que va más allá. Es el
proceso de aprender a ser, mediante el cual cada persona se percata de que es
un ser sexuado, construyendo su masculinidad o feminidad en base a valores,
actitudes, conocimientos, habilidades, destrezas y recursos personales, para
vivir su sexualidad de modo autodeterminado y enriquecedor. Donde en este
proceso de preparación educativa, se interiorizan los derechos sexuales como
tener una sexualidad plena y responsable, equidad de género, planificación
familiar, salud sexual, identidad y rol sexual, etc.
A través de una educación adecuada, la persona
adquiere valores, conductas y actitudes (respeto, dignidad, compasión,
tolerancia, solidaridad, etc.). Ello favorece el desarrollo de un autoconcepto
óptimo y apertura en las relaciones humanas. Por consiguiente, proporciona al
individuo la oportunidad de integrar su sexualidad al permitirle realizarse y
vincularse a otros individuos en base a su libertad y responsabilidad encaminadas
al equilibrio y bienestar.
Desde la Psicología-Sexología
se defiende un Modelo Integral de Sexualidad, ya que éste incorpora una visión positiva del desarrollo biopsicosocial y
sexual de la persona, favorece un aprendizaje apropiado de la sexualidad, lo
cual facilita poder vivir la propia sexualidad de un modo saludable, informado,
cimentado y pleno, respecto a las actitudes, conductas y estilos de vida que
procuran un bienestar físico y psicológico.
La educación sexual tiene la
necesidad de implicar profesionales, educadores y padres para su posible
aplicación. Su objetivo es favorecer el autoconocimiento, la autoaceptación y
la expresión del erotismo de forma natural y feliz, con el fin de establecer
relaciones interpersonales gratificantes y no discriminatorias. Por tanto,
promociona bienestar al ofrecer conocimientos y ayuda para tomar decisiones
sexuales saludables. Por consiguiente, cuando se valora de forma positiva la
sexualidad, se fortalece la construcción personal interna. Ello influye en
nuestro Yo, permitiendo tener una vida sexual libre y plena que permite al
individuo una comunicación afectivo-erótica equilibrada, dentro de un contexto
de afectividad y responsabilidad humana.
Entre los objetivos principales están la
promoción de la salud sexual, formación con el fin de transmitir actitudes
positivas que generen conductas sexuales responsables y saludables para
prevenir enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados,
prostitución no consentida, violencia familiar, problemas sexuales…Transmitir
respeto y tolerancia hacia los valores ajenos y hacia las diferencias sexuales.
En general, representa un aspecto importante en la formación integral de la
persona, ya que va más allá del conocimiento biológico. Permite explicar los procesos
para la construcción de identidad de género y aquellos aspectos relacionados
con la comunicación afectivo-erótica.
Entre los objetivos específicos
se busca la aceptación de la
figura corporal sexuada, modificación de las distorsiones sobre los modelos de
belleza y culto al cuerpo, asumir la orientación e identidad sexual, mantener
prácticas sexuales consensuadas, medidas de planificación familiar y protección
ante enfermedades de transmisión sexual, aprender a vivir las relaciones
sentimentales de forma sana y respetar la biografía sexual-diversidad.
Los profesionales de la Psicología-Sexología
ejercen a nivel nacional, autonómico y
local en el sector público o privado.
Enfatizan tener una formación óptima en la profesión que garantiza la
efectividad de su intervención, ofreciendo garantías a quienes solicitan sus
servicios profesionales. Entre las manifestaciones que realizan es su escasa
viabilidad y visibilidad que se vienen dando a sus proyectos o programas de
trabajo actuales, tendiendo a ser delimitados o desestimados por diferentes
sectores. Por tanto, no sienten ser valorados en la misma medida como otros
profesionales.
Son férreos defensores de la educación sexual y
de una intervención psicológica especializada en Salud Sexual cuando es
pertinente. Consideran que la educación para la sexualidad debe estar adaptada
a la edad de la persona, a su nivel de desarrollo y comprensión, cultura,
sensibilidad social y género; además de estar basada en una correcta
información con bases científicas. Donde la práctica de la educación y la
promoción de la salud sexual ha de incorporar el estudio de necesidades,
planificación, implementación y evaluación de programas.
La prestación de
servicios de psicólogos/as formados en sexualidad se realiza a través de entidades
públicas y privadas, entre las que se incluyen escuelas, institutos de
educación superior, universidades, organizaciones y grupos comunitarios,
servicios sociales y de salud.
Estos profesionales inmersos en distintos
programas de educación realizados en diversas regiones del mundo y bajo las orientaciones técnicas sobre educación en
sexualidad plantean que para que los
componentes del aprendizaje y programas sean efectivos han de sustentarse en
una educación sexual integral.
Muchos son los profesionales (Medicina,
Enfermería, Educación, Psicología, Sexología, entre otros) quienes salvaguardan
la idea de que es una necesidad proporcionar una educación sexual apropiada. Destacan
la importancia del rol que juegan la familia y la escuela como principales
actores dentro del desarrollo de la educación sexual de niños/as y
adolescentes. A lo que suman, que ésta no solo debe
alcanzar el ámbito educativo y formativo, sino también debe proyectarse a las
diferentes esferas como la personal, familiar, social y laboral.
La Educación Sexual es <<un proceso de
construcción de un modelo de representación y explicación de la sexualidad
humana acorde con nuestras potencialidades con el único límite de respetar la
libertad de las y los demás>>, un <<proceso lento, gradual y
complejo que ha de facilitar la construcción de las diferentes nociones
sexuales, y ha de ayudar a comprender los procesos históricos y
culturales por los que se han generado los conocimientos actuales y la
organización social y sexual vigentes>> (Barragán, 1996).
Desde distintos
ámbitos se propone un modelo de educación que intente respetar y
partir de la biografía de cada persona (biografía incluyendo su realidad
familiar, escolar, ocupacional, características especiales, etc.) para poder
ofrecer una educación sexual acorde a la situación de la persona. A lo que se
suma el planteamiento de Félix López
(2000), que señala respecto a la sexualidad y discapacidad, la necesidad de
reconocer y cubrir las necesidades interpersonales de las personas con
discapacidad y características de salud sexual de estas personas.
El
objeto de la educación
afectivo-sexual es enseñar, sensibilizar o divulgar cualquier
contenido sobre el acto sexual humano. Una instrucción en sexualidad de calidad
aborda los derechos humanos, igualdad de género, pubertad y desarrollo de la
sexualidad humana, habilidades personales y repertorio conductual sexual,
proveedores de servicios de salud sexual y salud reproductiva. Por lo tanto, es
la base para que la población adquiera un estilo de vida sexual responsable y
saludable.
En
este sentido, la educación sexual proporciona una información sin prejuicios,
siendo científicamente correcta en sus aspectos. Contribuye al desarrollo del
respeto, a presentar actitudes mentales abiertas y a ayudar a construir
sociedades equitativas. Por consiguiente, la educación integral en sexualidad
es indispensable para la salud y el bienestar de la persona.
Entre
las dificultades encontradas en educación sexual es una enseñanza matizada por
inhibiciones, desinformaciones... Siendo uno de los errores más comunes
equiparar sexualidad a genitalidad, fomentar los mitos del amor romántico, usar
la pornografía como modelo, etc. Por ello, algunos niños/as y adolescentes
recurren para despejar sus inquietudes sobre sexualidad a amistades,
hermanos/as, televisión, internet, etc. Ante esta realidad, muchos
profesionales, instituciones y colectivos dedicados a la educación para la sexualidad
consideran necesario promover una movilización profesional y social a favor de
la educación para la sexualidad para poder ejercer los derechos sexuales. Por consiguiente, los
profesionales en el ámbito de la sexualidad estamos obligados a ofrecer a la
población en general una adecuada información, educación e intervención
psicosexual para erradicar mitos, falsas
creencias…; con el fin, de facilitar la libre elección de las personas a la
hora de satisfacer las propias necesidades afectivas, sexuales o relación
saludable, sin la imposición de modelos “universales de juventud y/o normas
equívocas” socialmente afianzadas.
Implementación de programas
Los programas de educación afectivo-sexual es
parte de la educación más general y, por consiguiente, afecta el desarrollo de
la personalidad de los menores. Es más que la simple adquisición de
conocimientos y contenidos, ya que guía hacia al desarrollo del pensamiento
crítico que deriva en actitudes positivas hacia la sexualidad. Fomenta el
proceso por el cual el individuo puede reconocer, identificar y aceptarse como
un ser sexuado y sexual a lo largo del ciclo de vida, libre de toda ansiedad,
temor o sentimiento de culpa. Además, al presentar un carácter preventivo no
sólo contribuye a la prevención de las consecuencias negativas relacionadas con
la sexualidad, sino que también puede mejorar la calidad de vida, la salud y el
bienestar.
En las escuelas introducir la educación sexual,
según los grupos de edad y desarrollo correspondiente, no ha sido siempre
fácil. A menudo, se encuentran resistencias, temores y/o desinformación acerca
de objetos y contenidos teórico-prácticos del programa de educación sexual a
implementar.
En el continente europeo, la educación
sexual está incluida en el plan de
estudios formal. Se inició oficialmente en Suecia, siendo obligatoria para
todas las escuelas en 1955. En la práctica, en otros países se han necesitado
muchos años más para integrar la educación sexual en los planes de estudio y
otras instituciones educativas.
En torno a los años 70, se incorporó en los
países escandinavos y Alemania en 1968,
siendo a partir de los 80 cuando muchos más países de Europa occidental
adoptaron la educación sexual.
La transición democrática marcó un hito en la
educación sexual en España. Los programas oficiales del Ministerio de Educación
de los años 80 recomendaban la inclusión de contenidos de educación sexual en
el marco de la enseñanza primaria y secundaria, haciendo referencia a la
prevención del SIDA, enfermedades de transmisión sexual y prevención de
embarazos no deseados en adolescentes. Ello dio lugar a un impulso de
diferentes iniciativas sexo - pedagógicas, con campañas dirigidas tanto al
espacio escolar como al doméstico.
Siendo conveniente destacar que, las
investigaciones realizadas en los últimos años acerca de los programas educativos indican que los
programas son efectivos cuando tienen características como capacidad de reducir y manejar la información incorrecta, aumentar
y clarificar el conocimiento, fomentar valores y actitudes positivas,
fortalecer las competencias necesarias para tomar decisiones fundamentadas y
actuar apropiadamente en función de ellas, mejorar las percepciones acerca de
los grupos de pares y las normas sociales, además de mejorar la comunicación
asertiva con padres, madres y otros adultos de confianza.
Educación sexual en España
Los programas de educación sexual en España
pretenden ser un medio para que el alumnado conozca y maneje su sexualidad
atendiendo a la afectividad, personalidad, aspectos físicos, éticos, morales,
científicos y afectivos. Por consiguiente, es un proceso de
enseñanza-aprendizaje conformado por programas que manejan aspectos de tipo
cognitivos, motivacionales, emocionales, sociales y físicos en materia de la
sexualidad con el fin de contribuir a la igualdad, mostrar respeto a la
diversidad, diferenciar entre manifestaciones de cariño y abusos, prevenir la
violencia de género, evitar enfermedades de transmisión sexual, desarrollar
actitudes y comportamientos sexuales responsables, planificación familiar,
además de fomentar en el individuo una percepción apropiada de sí mismo
poniendo en valor sus características.
El Artículo 10. Actividades formativas. BOE
núm. 55, de 4 de marzo de 2010 (Ley Orgánica 2/2010, de salud sexual) recoge:
<<Los poderes públicos apoyarán a
la comunidad educativa en la realización de actividades formativas relacionadas
con la educación afectivo sexual, la prevención de infecciones de transmisión
sexual y embarazos no deseados, facilitando información adecuada a los padres y
las madres >>. Por ello, diferentes centros formativos españoles
están abiertos a proyectos para informar sobre la salud sexual, pretendiendo
concienciar y socializar al alumnado en aquellos temas inherentes a la
educación sexual.
En la actualidad, a pesar de la fuerza
opositora de algunos detractores, persisten las iniciativas para una educación
integral de la sexualidad en España. La educación sexual propuesta para las
aulas españolas contempla diferentes actividades acorde a la edad del alumno/a
como el autoconocimiento corporal, fomento de valores y actitudes responsables,
respeto por los derechos de identidad y diversidad y comportamientos sexuales
saludables. Cuenta con recursos y material didáctico con el fin de que los
docentes brinden a los alumnos una formación continua.
Molina, Méndez y Martínez (2015) plantean que la mayor parte de los programas
o intervenciones están enfocadas para ser realizadas en los centros educativos.
Señalan que son pocos los docentes con algún tipo de formación universitaria
sobre sexualidad humana y educación sexual, pudiendo reducir el resultado de
los programas de educación afectivo-sexual.
La revisión sistemática de Mena (2019) sobre
los programas e intervenciones que se están llevando a cabo dentro de las
aulas, plantea que los estilos docentes y aspectos relevantes a tratar en la
educación afectivo-sexual son mejorables. Enfatiza que la ausencia de educación sexual en el sistema
educativo formal puede derivar en diversos problemas al alumnado.
Montenegro, (2000) apunta que gran parte de los contenidos están ubicados en la
dimensión afectiva siendo muy pocos los que se relacionan con la dimensión
sexual. Proporcionando escaso valor a la educación afectivo-sexual, por lo que
sería necesario incorporar estos conocimientos con el fin de ofrecer una
perspectiva integral y crítica sobre la sexualidad ya que los niños/as y
jóvenes están expuestos a contenidos sexuales de poderosa y masiva ocurrencia a
través de los medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales y
tecnológicos. Siendo ésta una sexualidad puramente física, desprovista
deliberadamente del componente emocional y afectivo.
Para Bejarano y Mateos (2016) en España
aparecen algunos componentes de educación afectivo-sexual pero de manera
fragmentada. Impartiéndose desde un modelo biologicista reducido a temas de
fisiología y anatomía. Ubicando los conocimientos relacionados con la
afectividad dentro de planteamientos cívicos y morales.
Las diferentes autonomías españolas vienen
realizando numerosos esfuerzos para llevar a cabo iniciativas con la
colaboración de profesionales y entidades especializadas para desarrollar
programas, cursos y publicaciones en materia de educación sexual para llegar a
la población en general. Sin embargo, aunque la legislación española hace
referencia a la educación sexual, los intentos de implantación en los
diferentes niveles de la enseñanza no parecen tener el resultado esperado.
En general en España, el sistema educación
formal, se ha caracterizado por una
serie de dificultades en la implementación de planes y programas de Educación Sexual Integral. Es decir, aún no ha
incorporado los suficientes elementos que desarrollen un modelo educativo que
contemple la educación afectivo-sexual en su totalidad. Por ello, diferentes
voces de distintos sectores profesionales coinciden en que el sistema educativo
español no está obteniendo buenos resultados. Argumentan diferentes
limitaciones como la falta de concreción y uniformidad de contenidos adaptados
al curriculum escolar, las dificultades en formación en sexualidad de algunos
docentes y la presión de grupos sociopolíticos.
Ante dicha realidad se hace necesaria una
educación sexual holística que proporcione a niños/as y adolescentes una
información sin prejuicios y científicamente correcta sobre todos los aspectos
de la sexualidad. Dicho enfoque estaría basado en la comprensión de la
sexualidad como un área de potencial humano, ayudando a los niños/as y
adolescentes a desarrollar habilidades esenciales para que puedan determinar su
propia sexualidad y sus relaciones en las distintas etapas de desarrollo.
Brindándoles el soporte para vivir su sexualidad y relaciones de forma completa
y responsable, alejándoles de posibles riesgos.
Consideraciones
finales
Siguiendo con las líneas anteriores se
describen distintos puntos clave en este ámbito:
La sexualidad es una dimensión cardinal del ser
humano, derivada de la interacción entre los aspectos culturales, religiosos,
políticos, históricos, legales, éticos, socioeconómicos respecto a los factores
biológicos y psicológicos.
El contexto de la Sexología es una fuente que
ofrece conocimientos necesarios para impulsar una educación sexual integral y
promoción de la salud sexual.
En todas las sociedades sigue siendo primordial
que las instituciones con competencias ejecutivas continúen impulsando proyectos
de sensibilización y educación sexual dirigidos a menores, población adulta,
personas con discapacidad u otros colectivos que no tuvo la oportunidad de
tener una educación afectiva-sexual adecuada.
En la instrucción de un programa de educación
afectivo-sexual requiere que participen docentes formados en educación de la
sexualidad, profesionales de Medicina, Psicología, Sexología…
Educar en sexualidad es un instrumento
primordial para potenciar el libre desarrollo de la sexuación de las personas.
Facilita una ética asociada a la responsabilidad, reciprocidad y diversidad.
Ello favorece el desarrollo intelectual y pensamiento crítico del individuo.
En España, son muchos los defensores que reivindican una educación
sexual integral como parte de una educación de calidad. La cual ha de estar
basada en la rigurosidad científica, sensibilidad cultural y normativa
internacional.
La actual educación sexual, arreglo a la edad
del alumnado, intenta implementar contenidos de forma objetiva. Éstos se
enmarcan en un concepto de sexualidad positiva, ya que su fin es vivir las
relaciones afectivas de una manera responsable, libre y sana.
Diferentes expertos apuntan que el sistema
educativo imparte de forma transversal los contenidos, siendo éstos muy
limitados en cuanto a su alcance. Por ello, es preciso continuar consolidando
la Educación Sexual Integral en los diferentes proyectos educativos,
profundizar más en los procesos de formación e incorporar progresivamente a las
familias para garantizar el ejercicio de la educación como un derecho
fundamental.
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