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viernes, 7 de octubre de 2016

LAS LEGUMBRES EN LA ALIMENTACIÓN INFANTIL





Las legumbres forman parte de la alimentación del hombre desde tiempos inmemoriales. A poco que conozcamos de la Biblia, nos suena que ya Esaú vendió la primogenitura a su hermano Jacob por un plato de lentejas...

Algunas de las legumbres podemos considerarlas autóctonas, como los garbanzos, guisantes, lentejas, altramuces, etc.  Otras se importaron desde América del Sur en el siglo XVI, como es el caso de los fréjoles, vainas o judías verdes y las alubias o fabes; pero luego se han hecho tan nuestras que forman parte de algunos de nuestros platos regionales estrella. En los últimos años se ha incorporado con fuerza, por diversos motivos, la soja, que forma parte habitual de países orientales.

Después de unas décadas en las que los platos de cuchara pasaron a un segundo plano, por la presión de la propaganda de otras culturas que promovían la llamada "comida basura", volvemos a lo nuestro, que es la Dieta Mediterránea, reconocida a nivel mundial como la alimentación más sana. Hay quien dice que uno de los mejores regalos que se puede hacer a un buen amigo, es regalarle una cuchara...¡para que la use, claro!

Las legumbres aportan hidratos de carbono, proteínas, vitaminas del grupo B (sobre todo niacina y tiamina) y minerales como el calcio, hierro, magnesio, potasio y cinc. Al ser carbohidratos complejos, se van absorbiendo más lentamente, evitando oscilaciones bruscas del azúcar en la sangre y el aporte energético se mantiene durante más tiempo.

¿Qué pasa en el caso de la alimentación infantil?
Vayamos por partes. En primer lugar, aunque no hay unanimidad, se tiende a iniciar el aporte de legumbres a partir de los 12 meses de vida, según aconseja la Asociación Española de Pediatría. Lo habitual es que sean las más digestivas, como las judías verdes, los guisantes, etc., que pueden darse a los pequeños como purés, cremas, acompañando a fideos o arroz...
  



Ya en edad escolar, las legumbres forman parte de la pirámide nutricional, recomendando que se consuman de 2 a 4 raciones semanales (Cada ración serían de 60 a 80 gramos en crudo; de 150 a 200 gramos cocidas). Tienen un gran interés nutricional y además su riqueza en fibra favorece la sensación de saciedad y el tránsito intestinal.

Conviene que formen parte de los menús de los comedores escolares, en forma de platos de cuchara, de purés, de guarnición de carnes o pescados. En el verano también pueden ser muy apetecibles en forma de ensaladas de legumbres, o acompañando a ensaladas de arroz o de pasta.

En casa podemos poner los altramuces como aperitivo o los más animados probar con Hummus hecho con puré de garbanzos, para untar con pan.

En definitiva, se trata de hacer una alimentación variada, para lo que las legumbres de calidad que tenemos en nuestro entorno van a facilitarnos que los pequeños puedan ir adquiriendo buenas costumbres alimenticias, tanto en casa como en los comedores escolares.

José García Velázquez. 
Médico Pediatra
Vocal de la Asociación Andrés Laguna para la Promoción de las Ciencias de la Salud.



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